Camerún es un país con una cultura muy diferente a la que, noso
tros chicos pijos del norte, estamos acostumbrados. Son muchas cosas las que llaman nuestra atención y a veces rompen nuestros esquemas. Otras costumbres nos parecen curiosas y graciosas y por supuesto dignas de compartir.
De todo lo que estamos viendo lo que no nos deja indiferentes son los funerales: Un funeral es un gran evento social, es una gran fiesta, todo aquello que el difunto no ha podido disfrutar en vida lo disfrutan sus allegados en el fun
eral. Incluso hemos llegado a escuchar que trabajar no tendría sentido si no es por los funerales. Y cuando decimos que son una fiesta es en el sentido pleno de la palabra, no es un evento triste. Eso sí, la familia del difunto tiene que hacer grandes esfuerzos económicos para sufragar el homenaje, aunque no tengan de donde sacar el dinero porque sino la gente, “kongosá kongosá”, o lo que es lo mismo: a rajar del prójimo que es una costumbre internacional. ¿Cómo puede ser un f
uneral una fiesta? Aquí en África cuando uno cae enfermo, normalmente no encuentra como aliviarlo, la sanidad es deficiente aún cuando se la pueden pagar, y en la mayoría de los casos la asistencia sanitaria es un lujo. Por tanto, la muerte libera al enfermo, es la única solución que le queda para dejar de sufrir. Lo realmente doloroso es que la esperanza de vida no llega a los 50 años.
Para que el funeral tenga nivel tiene que haber buena comida, que el vino de palma no falte, que los Yuyus dancen, que se lancen salvas y para estar a la altura el traje tradicional es lo más apropiado. A veces los ritos tradicionales se mezclan con las costumbres cristianas. Normalmente es en la casa familiar donde se entierra el cadáver, a veces es en la habitación de la casa que el difunto prefería para que se sienta “a gustico”, así que no os sorprenda que sea en la cocina…pero lo no
rmal es en el patio de la casa.
Como imaginaréis el Viernes Santo (Good Friday) no fue un día triste, como en un buen funeral bailamos y cantamos, lo pasamos en un internado que llevan en Ndop unas hermanas y al pasar a ver los dormitorios los chavales y chavalas nos esperaban cantando y bailando y llenando nuestros bolsillos de galletas y frutos secos… toda una experiencia.
Otra de las costumbres de esta tierra que nos llama la atención es lo referente a los jefes tradicionales, es decir el Fon y sus subjefes. Nosotros aún no tenemos el placer de conocer al Fon de Nkwen, sólo 
al jefe de Menteh. Pero ya sabemos que ofrecerle la mano no será lo más correcto y que si queremos ser respetuosos hay que hablarle tapándote la boca. Aunque el Fon se declara cristiano y está bautizado en la Iglesia presbiteriana, esto no es impedimento para tener unas cuantas
mujeres (seguro que más de 10) que le han dado como unos 80 hijos. Es importante saber que el Fon no muere, desaparece, y cuando esto ocurra ya hay un “equipo de sabios” que tiene elegido un sucesor que sólo ellos saben (ni siquiera el propio Fon lo conoce). Será uno de sus hijos, el que de entre los 80 vean más apropiado para la función de Fon. Método que, viendo el panorama nacional y africano, nos parece más democrático que la elección del gobierno. Pese a todo hay que decir, que por lo poco que hemos visto, el actual Fon es una persona respetada y a la que se le tiene en alta estima. Suponemos que estará realizando bien su papel que poco a poco va siendo reducido porque las autoridad
es civiles van tomando fuerza frente a las tradicionales.
Como veis en Camerún evolución y tradición se van mezclando, las costumbres van dando paso a nuevas formas de hacer pero dejando su toque único que le da un agradable sabor. Esperemos que la globalización respete lo auténtico de este lugar y traiga lo necesario para que en unos años la esperanza de vida no siga siendo por debajo de los 50 años.
